Navas de Tolosa
¡Buenas!Con esta texto pretendo mostraros como fue sin duda la batalla en la cual los reinos peninsulares estuvieron verdaderamente unidos, con una carga final épica de caballería protagonizada por los reyes de Castilla, Navarra y Aragón. De hecho, si se hiciera una película de esta batalla, sería de lo mejor en los últimos años. En fin, aquí tenéis la batalla:
INTRODUCCIÓN Y FORMACIÓN DEL EJÉRCITO CRISTIANO: La caída de Salvatierra en manos de los almohades en 1211, sacudió a toda Europa y el Císter la aprovechó para predicar una cruzada contra el Islam. La derrota de Alarcos había tenido como consecuencia llevar la frontera hasta los montes de Toledo, amenazando la propia ciudad de Toledo y el valle del Tajo. Alfonso VIII, rey de Castilla, estaba decidido a jugárselo todo y, tras consultar con el Arzobispo de Toledo y el Papa Inocencio III, convocó a todos sus vasallos para lanzar una campaña contra los almohades. El Papa instó a los reyes cristianos a que pospusieran sus rencillas, so pena de excomunión, y el obispo Rodrigo se dedicó a predicar la cruzada por Francia. La ofensiva cristiana pretendía adelantarse a la de los Almohades, dirigidos por el propio califa Muhammad Al-Nasir, Miramamolín para los cristianos. El rey castellano buscaba un desquite de la grave derrota de Alarcos y la oportunidad de acabar con el poder almohade. Los reyes de León y Portugal, que estaban peleando entre sí, no acudieron en su llamada, pero sí los reyes de Aragón, Pedro II, y Navarra, Sancho VII. Los cristianos se concentraron en las cercanías de Toledo, a los que se les sumaron 20 milicias concejiles, las órdenes de Santiago, Calatrava, San Juan y el Temple, caballeros franceses y de otras partes de Europa (denominados ultramontanos, dirigidos por los obispos de Narbona, Burdeos y Nantes). Entre los mandos se encontraban Diego López de Haro, Álvaro Núñez de Laray los maestros de las ordenes militares. El tesoro real corrió con la mayor parte del gasto y el clero aportó la mitad de sus ingresos anuales. Se calcula que el ejército cristiano rondaba los 80000-90000 hombres, auunque tales cifras quizás resulten elevadas.
DE CAMINO A LA BATALLA: El ejército cristiano partió de Jaén el 22 de junio. Por el camino, se asaltaron las fortalezas de Malagón y Calatrava, pero poco después un gran número de soldados ultramontanos se retiraron, agobiados por el calor, las condiciones logísticas y las disconformidades con el rey de Castilla. No obstante, se quedaron 150 caballeros de Languedoc, así como el obispo de Narbona. Poco después se les unió Sancho VII, el fuerte, rey de Navarra, con 200 caballeros. Tras recibir la noticia del avance de un gran ejército musulmán, Alfonso decidió dirigirse al paso de Despeñaperros, para interceptarlos allí. A pesar del gran número de soldados del ejército cristiano, el musulmán era mayor: en aquel tiempo se llegó a hablar de 400000, actualmente se tasa en 120000. El ejército almohade estaba formado por una primera línea de infantería ligera marroquí, proveniente del Alto Atlas. Tras ella, se desplegaban los andalusíes, encargados de detener a la caballería cristiana. La tropas almohades se encontraban detrás de las andalusíes, con la potente caballería africana. Además, había llegado mucha gente procedente de otras tierras islámicas, atraídos por la Guerra Santa. Detrás de todo este dispositivo se encontraba la Guardia Negra, esclavos procedentes del Senegal encadenados a tierra, por lo tanto solo podían luchar o morir. Este ejército acampó en el llano de las Navas de de Tolosa.

Batalla de Navas de Tolosa
LA BATALLA: El ejército cristiano llegó viernes, 13 de julio, a los llanos de la Losa, e inmediatamente se produjeron las primeras pequeñas escaramuzas, durante sábado y domingo. Los cristianos tomaron el castillo del Ferral. Como los musulmanes dominaban el desfiladero y estaban asentados en la boca sur, cerca de la actual Santa Elena, Diego López de Haro buscó un paso adecuado y subió al puerto de la Losa. No habrían conseguido encontrar un sendero oculto que llevaba al Puerto del Rey de no haber sido por un tal Martín Halaja, pastor del lugar que conocía bien el terreno. De esta manera, el ejército cristiano logró desplegarse en el flanco occidental del musulmán, en una llanura denominada Mesa del Rey. Muchos de los cristianos identificaron al pastor, que no volvió a verse, como San Isidro Labrador. Al día siguiente los cristianos simularon una huida, pero se internaron por el sendero secreto y se desplegaron en la Mesa del Rey otra vez. Después de unos días de descanso, la madrugada del 16 de julio, los cristianos oyeron misa y formaron sus lineas de batalla. Como era costumbre, la caballería cristiana se preparaba para iniciar el ataque. El atronador sonido de los tambores almohades, resonando en el desfiladero, hacía incrementar el nerviosismo de los caballos, que hacían amagos de carga y cada vez eran más difíciles de controlar. Alfonso VIII, dio la orden de ataque y la caballería de vanguardia cristiana se lanzó sobre el enemigo. El encontronazo fue devastador para las primeras filas musulmanas, formada por infantería de grandes escudos, armadas con lanzas. Para sorpresa de los cruzados, muchos andalusíes escogieron ese momento para abandonar el campo de batalla. Acto seguido de la carga, comenzaba la hora de las espadas, y las primeras filas de los andalusíes que no habían huido fueron aniquiladas. Pero la caballería almohade repitió la misma táctica que les había dado la victoria en otras ocasiones: rodear por los flancos la infantería cristiana y hostigarla. No obstante, la presión de la caballería cristiana fue empujando a los musulmanes hacia el palenque de Al-Nasir. Las bajas cristianas empezaron a incrementarse debido al continuo hostigamiento. Una vez llegados el cerro de los Olivares, en cuya cima estaba la tienda de Al-Nasir, no pudieron los cristianos progresar más. Las milicias concejiles comenzaron a titubear y de hecho, la de Madrid, empezó a huir en desbandada. Sin embargo, los flancos cristinos aguantaban bien a la caballería y, la reserva de tropas, liderada por Alfonso VIII, estaba preparada. El rey castellano era consciente de que se había llegado al punto decisivo. Reagrupó a la caballería y ésta, encabezada por los tres reyes, lanzó un ataque. En ese momento, Sancho VII de Navarra, con sus 200 jinetes, se dirigió directamente al palenque de Al-Nasir, destruyendo a toda la Guardia Negra. Según la leyenda, lo más probable es que el contingente navarro fuera el primero en romper las cadenas y pasar la empalizada, lo que justifica la incorporación de cadenas al escudo de Navarra. Mientras Al-Nasir iniciaba su huida, la matanza dentro de su empalizada era terrible. El ejército musulmán se desintegró. El propio califa huyó a Sevilla para preparar su vuelta a Marruecos. Se dice que el propio Alfonso VIII había dado la orden de no hacer prisioneros, así que la persecución se prolongó durante toda la coche. Se habla de 60000 musulmanes muertos y, según los expertos, esta vez la crónica popular no está tan lejos de la realidad.
CONSECUENCIAS: Del botín de guerra conseguido por los cristianos se conserva la bandera de Las Navas en el Monasterio de Las Huelgas en Burgos. En recuerdo de la gesta, el rey de Navarra incorporó las cadenas a su escudo de armas, que asimismo aparece en el cuartel inferior derecho del escudo de España. La fortaleza de Calatrava la Nueva fue construida por los caballeros de la orden de Calatrava, utilizando prisioneros musulmanes de las Navas de Tolosa. Como consecuencia de esta batalla, el poder musulmán en la península comenzó su declive definitivo y la Reconquista tomó un nuevo impulso. En lo siguientes 40 años se produjo un avance significativo de los reinos cristianos, que conquistaron casi todos los territorios bajo poder musulmán, a cargo de reyes como Fernando III en Santo y Jaime I en Conquistador. En 1252, toda la Península estaba nominalmente bajo soberanía cristiana.

Detalle del monumento a la batalla